CERRO DE LOS ÁNGELES, CENTENARIO DE LA CONSAGRACIÓN DE ESPAÑA
1919 - 2019
Cuando el pasado mes de septiembre se ofrece al Prior la posibilidad de hacer el jubileo del centenario de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, ya se sabía lo que eso suponía, tanto en tiempo como en medios empleados: la organización de este tipo de actos no es extraña para éste que lo propuso, a la sazón el bailío de Madrid-Toledo, Frey Luis Pérez Rojo. Pero si algo es cierto es que el que no arriesga no puede tener opción a vencer en la batalla. Y ese es el espíritu templario, cuando de la realización de obras buenas se trata: <<adelante siempre cueste lo que cueste>>. Y así y tal cual fue la respuesta del superior: “Vamos a por ello”.
La fecha era uno de los puntos más delicados a determinar, de forma que fuera la adecuada, especialmente para que pudieran venir los hermanos más alejados. Se decidió la de un sábado como día de la semana y el mes de noviembre para tener más tiempo para la organización.
Decididamente fue elegido el día veintitrés de noviembre del año en curso para la realización del evento. Y fue a las 09:30, el momento en que nos dimos cita en el Cerro de los Ángeles para comenzar los actos. La cita, como no puede ser de otra manera, fue en la cafetería para desayunar y donde vernos todos los que asistíamos al evento.
Allí pudimos encontrarnos y saludarnos con el reglamentario triple beso templario con nuestro Maestre, Frey José Antonio Cabrera Díaz y con el Prior de España, Frey Andrés Merchán Rivas, que nos dieron la bienvenida y de quien recibimos ordinariamente su apoyo en todo momento. Junto al prior su mano derecha: el Canciller Frey Francisco Cantos Liébana.
Los actos propiamente dichos se iniciaron sobre las diez de la mañana con la visita a los diferentes lugares sagrados existentes en ese bendito cerro situado en el centro geográfico de España: primero el convento de las carmelitas, el cual nos fue explicado, en su gran conocimiento, por el sacristán del mismo, D. Ramón, al cual damos en este momento nuestro agradecimiento; se pasó después a la visita de la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, donde hubo un momento de oración y las consabidas fotos de grupo, tras la explicación de los voluntarios allí destacados para esta labor. Permítaseme en este momento hacer el elogio a esa labor que nunca estará suficientemente agradecida, y éste que escribe lo puede decir con conocimiento de causa; y, siendo que en este sitio, en todo del recinto y a lo largo de todo el año jubilar, se ha estado haciendo de manos de esos superhéroes que son los voluntarios: esos que entregan su tiempo y su vida para que otros vivan más intensamente todo lo que allí se estaba llevando a cabo bajo el auspicio y bendición de Jesucristo.
El acto central, como no puede ser de otra manera fue la Santa Misa, que todos los días del año jubilar a las doce y media ha sido la “Misa del Peregrino”: de peregrinos se trata cuando se camina tras las huellas del Señor.
Para acceder a la basílica, lugar de celebración de la misa, se hizo una procesión de entrada desde la explanada frente a la puerta santa, abierta durante todo el año para esa función.
La procesión fue realizada con arreglo a los cánones, siendo cerrada por el Maestre, con la presencia del Prior y del Canciller por delante, el bailío y los comendadores antes de aquellos y abriendo el paso el resto de los hermanos.
La procesión iba encabezada por la dama templaria Sor Caridad Justicia Palomares, portando un centro de flores que se ofrecía al Sagrado Corazón de Jesús como muestra de nuestra consagración al mismo en este momento tan significativo.
La misa daba comienzo a su hora con la presidencia del presbítero de la diócesis, D. Francisco Javier Bescós Corral, al cual acompañaban en la concelebración dos presbíteros de los diferentes grupos peregrinos allí presentes. Dentro del canon de la misa, al final de la misma fue el momento de la consagración de la Orden al Sagrado Corazón de Jesús, que, junto con el resto de los participantes a la misma, tuvimos esa oportunidad única en un año jubilar como el que al día siguiente se clausuraba.
No queremos olvidar al sacristán de la Basílica, D. Carlos, que en todo momento nos recibió y ayudó con todo cariño y dedicación, antes, durante y después de la eucaristía.
Tras la eucaristía todos los hermanos templarios pasamos a saludar y agradecer su servicio a D. Javier, en cabeza el Maestre y el Prior de la AECDT (Asociación Española de Caballeros y Damas del Temple) y detrás el resto. Nunca estaremos suficientemente agradecidos a la entrega de los presbíteros en su servicio a la Iglesia y la orden del Temple así lo reconoce y demuestra siempre que puede hacerlo.
Sólo quedaba ya la confraternización de todos los presentes en el evento y de qué mejor manera que comiendo juntos alrededor de una misma mesa, compartiendo la comida y cómo no, las anécdotas y todo aquello que de ese día o de otros nos une en cordial fraternidad. La comida tuvimos la suerte de poder realizarla en los comedores de la casa de espiritualidad del seminario de Getafe, donde recibimos un trato inmejorable de su personal: gracias a vosotros, cocineros y camareros, que en la sombra trabajáis para los demás.
Pasadas eran ya las cinco cuando acabados todos los actos del evento desplegábamos nuevamente velas y nos retirábamos cada cual a su lugar de origen.
Fue un día inolvidable en el que pudimos disfrutar todos los presentes de la común compañía y de la hermandad que nos ofrece la Orden. Y, como no y, de eso se trataba, de la presencia del Cristo Rey de España.
Mi agradecimiento a todos los hermanos que con su presencia hicieron especiales estos momentos y especialmente al maestre Frey José Antonio Cabrera, al Prior Frey Andrés Merchán y al Canciller Frey Francisco Cantos, y más especialmente a los que me han ayudado más directamente en la organización, los comendadores de Madrid y de Toledo, respectivamente: Frey Francisco Ayala y Frey Ángel Tórtola.
Frey Luis Pérez Rojo.